sábado, 14 de septiembre de 2013

Día 5 (Parte II)

Carlos y yo llegamos al fin a la Plaza del Sur a las nueve de la mañana. En la entrada casi, encontré un lapicero sucio y malgastado, un lapicero que utilizare para cronizar mis días, un lapicero que será mi mejor acompañante no vivo.
En la plaza cogimos: municiones de comida, unas tijeras, cinta, walk it talk it, un reloj, una linterna, un encendedor y un cuchillo: Todo lo introducimos en la mochila.
Empezamos a buscar en los locales de la Plaza. En el segundo piso, había un local que nos llamó la atención: El local 208. Ingresamos. Dentro encontramos una improvisada estación de radio. Este conjunto de aparatos tená un botón que al presionarlo noté que era para reproducir la ultima conversación. Presioné el botón, la conversación no se podía entender, era mas ruido que nada. 
Dejamos de lado el aparato y cuando estaba a punto de hablar con Carlos, esta nos interrumpió:
-¡Ayuda! ¿Hay alguien allí? Res...dan
Yo respondí:
-Si, ¿Se encuentran bien? ¿Dónde están?.
El audio que transmitió el aparato fue muy pobre, no logré entender nada por lo que respondí:
-Estoy en Plaza Sur, Plaza Sur, Plaza Sur.
Me devolvieron el mensaje de forma muy poco clara pero obvia:
-Es..., iremos pa... allá. Espe..., espérenos, ...nos.
Y luego se cortó la comunicación. Carlos y yo decidimos esperar hasta mañana por los supervivientes. Ambos pensamos que sería una buena idea separarnos e investigar la Plaza. El decidío investigar por la cochera; yo, hacerlo dentro. Caminé y dí con una librería, ingresé y en una estantería sobresalía un libro que me hizo recordar, recordarla a ella, la chica con la que nunca terminé, la mejor relación de mi vida, a quien dedicaba la mayor parte de mi tiempo, eramos uno solo...
Desperté. Miré el reloj y este apuntaba a las 6 pm. Fuí a buscar a Carlos pero no había rastro de él.
7 pm, y no encuentro a Carlos. Estaba a punto de volver a subir al segundo piso cuando un sigiloso ruido me llama la atención desde la cochera de la Plaza.
-Carlos, ¿Eres tú?
Él estaba parado allí a lo lejos, sin hacer nada. Estaba de espaldas y temblando. Me acerqué ligera y temerosamente a él... Sabía que no estaba bien.
Posé mi mano sobre su hombro. Él volteó, intentó pronunciar una palabra, pero se avalanzó sobre mí, cayendo ambos al suelo. Con solo mirar su rostro me dí cuenta que no era Carlos, no más. El seguía intentando morderme, yo solo resistía. Cogí mi bolsillo y sin nunca antes haber usado un arma, la saqué. Mientras recordaba todo lo que viví con él, le apunté en el rostro...
Ahora la soledad tampoco estaba conmigo.




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